miércoles, 5 de noviembre de 2008

Debatiéndose la vida...



En abril de 1975, hablar de anorexia nerviosa, tanto como de cóctel de bebidas alcohólicas y pastillas, no era algo que formara parte del lenguaje cotidiano.
Por aquel entonces, una joven de 20 años, cobraría notoriedad de la mano de una combinación fatal de estos factores...

Intentando verse más delgada, había dejado de ingerir alimentos. Un par de rebanadas de pan en dos días habían sido su última y única comida. Lejana a los criterios de nutrición y con deseos de verse mejor con su vestido nuevo, se autoimpuso un salvaje método de descenso de peso: no comer.
La Anorexia Nerviosa aún no tenía la notoriedad suficiente.

De la mano de tan poco ortodoxo sistema para adelgazar y concurriendo a una fiesta de cumpleaños, se desarrollaron sus últimas horas de vida consciente.


Un amigo cumplía años y el festejo sería en una taberna.
Con vestido nuevo, la noche del 14 de abril, asistió feliz al evento.
Los amigos que la acompañaban dijeron que había bebido alcohol en grandes cantidades a la vez que había estado ingiriendo pastillas durante todo el día... Eran Valium.

Creyéndola borracha, decidieron llevarla a casa, pero en ese momento notaron que no respiraba ni recobraba el conocimiento.
Los médicos que le brindaron atención inmediata en el hospital al que la llevaron, no pudieron determinar la causa de la pérdida de sentido y de los ceses periódicos de respiración.
A consecuencia de ellos se produjo en su organismo el fenómeno denominado
Anoxia, que consiste en una reducción de la concentración de oxígeno en las células y tejidos.
Debido a esta falla respiratoria, sufrió un daño cerebral irreparable, dejándola en estado de Coma.


Julia y Joseph Quinlan

Luego de un año, los padres de Karen solicitaron a los médicos que desconectaran el respirador artificial, a lo que los profesionales se negaron.

A partir de entonces se iniciaron largos debates en los cuales se planteaban diversas cuestiones morales y éticas respecto a la continuidad de Karen en el respirador, puesto que su estado era irreversible.
Con ocasión de tan delicado caso, se definían a favor o en contra de la eutanasia, organismos diversos, desde el Vaticano hasta el Consejo de Europa.

La eutanasia no era una opción que pudiera ser tomada en cuenta por los padres de la joven, pues la leyes lo impedían. Esto dio lugar a innumerables pedidos a la Corte de Nueva Jersey para solicitar se pudiera desconectar a la joven del respirador.

Para 1976 la Corte finalmente autoriza la decisión de los padres de retirarle el respirador, y para sorpresa del mundo entero, Karen Ann Quinlan continuó respirando de forma no asistida.

Alimentada de forma artificial, vivió en estado vegetativo persistente hasta su muerte, por neumonía, el 11 de junio de 1985. Había logrado vivir nueve años más luego de haber sido retirada del respirador artificial.








De la Candorosa, para Te Cuento los Setenta