martes, 25 de marzo de 2008

Té con masitas

… y si, por mí dale, yo no tengo el menor problema en contarte, lo que pasa es que – te soy franca – por lo que me decís, si es un blog (blog se llama eso??) de los ’70, capaz que la gente espera que le hablés de la música o de la moda o del mundial, no de una vieja que ya nadie se acuerda… bah, aunque no sé, porque te digo que con eso de que Nacha Guevara hizo de mí en “Mujeres Asesinas”, al final me piden autógrafos por la calle como si fuera Graciela Borges, te lo juro…
Bué, la cosa fue así: después del ’76, cuando vinieron los milicos, las cosas en el terreno de la guita se pusieron medio jodidas. Los bancos pagaban en los plazos fijos unos intereses altísimos, y había una inflación bárbara. Y te amarreteaban en los préstamos, porque los tipos no son giles y sabían que a esas tasas nadie iba a poder devolver la guita que sacaba. Entonces, si vos enganchabas alguien que precisara guita urgente y no tuviera muchas garantías para ofrecer, le podías prestar y cobrarle lo que se te cantara. Si, nena, usurera. Eso era yo, no le dés vueltas. Vos querías guita, yo te la conseguía. Y si el banco te cobraba el 60, yo te cobraba el 110. La querés, tomala, no la querés, aire y ya viene otro que sí la agarra.
Bueno, como te digo, yo hacía eso pero tampoco era millonaria, así que lo que tenía lo coloqué todo pero me daba pena perder el filón. Y resulta que a casa venían casi todos los días a jugar a las cartas y tomar el té unas amigas de toda la vida, Nilda y la Chicha; y mi prima la Mema. Y todas, mal que mal, algún manguito tenían y no sabían dónde meterlo, así que yo les ofrecí que si me los daban yo se los colocaba. La cosa estaba bien, yo lo prestaba carísimo, después sacaba una tajada y a ellas les entregaba un poco menos. Igual estaban contentísimas porque sacaban más que en el banco, y estuvimos un rato largo haciendo eso. Al principio estaban medio con miedo, pero cuando entraron en confianza me traían a cada rato un puchito más para colocar. Y yo encantada, me estaba haciendo casi tanta guita con la cometa que les sacaba a ellas como con lo que tenía colocado yo.
Pero bueno, viste cómo es esto… te encontrás con guita y empezás a gastar y perdés la noción. Yo empecé a timbear, a comprar cosas caras, y como estas no me jodían mucho, por ahí un mes o dos usaba la plata de ellas y no se las daba… y empecé a atrasarme, y la deuda crecía y un día me topé con que no tenía resto y les debía como trescientas lucas verdes entre capital e intereses.
Y no va que justo a Nilda se le ocurre que quiere que le devuelva todo?? Y yo no sabía qué hacer, porque si le digo que no puedo las otras dos me saltaban en el acto, así que tuve que poner la mejor cara de tonta y decirle que sí, que cómo no… y con todo el dolor del alma, porque Nilda era amorosa, pero tuve que hacerlo para salvarme yo, viste. Y bueno, la pobre anduvo uno o dos días con dolores y justo el 10 de febrero del ’79, me acuerdo, cayó en cama y a la madrugada espichó. Yo estaba al lado de ella cuidándola, así que de paso me levanté los recibos que había en la casa firmados por mi, y a todos les dije que la guita ya se la había dado.
Y bue, ahí empezó lo peor. Qué se yo, será que le agarró algo al ver lo de Nilda, la cosa es que la Chicha Formisano me dice que quiere la guita, que va a hacer un viaje, que al final después te morís y al cajón no te la podés llevar y qué se yo cuántas otras pavadas. Y yo, jugada por jugada, no tuve más remedio… te darás cuenta. Así que empecé a prepararle los tecitos y las masitas y a los pocos días crepó la Chicha. Yo tenía bastante julepe porque fue muy junto, no más de diez o doce días, pero por suerte nadie pensó nada raro. Así que me agrandé, viste. Y pensé: no voy a esperar que la Mema me pida nada, porque ella tiene familia y capaz que les cuenta algo y después me vienen a reclamar. Total la Mema era mi prima y yo sabía dónde tenía las cosas y podía entrar a la casa cuando quisiera. Pero bueno, justo con esta, como tenía tiempo, pensé en hacerlo más discreto y ahí la cagué. Porque cuando le agarró, la Mema, que era grandota y más fuerte, salió a los gritos al pasillo y que llamaran una ambulancia y armó un quilombo en el edificio. Decí que justo yo estaba llegando, y me topé con ese cuadro. Así que alcancé a entrar con la excusa de buscarle un saquito, me encanuté el pagaré y la acompañé en la ambulancia mientras llegaba la hija, mi sobrina la Dianita. La Mema crepó en el viaje, pobre santa. Llegó al hospital finucha. Y en el funeral la Dianita viene y me pregunta cómo hacíamos con la guita, y yo le dije: “Nena, esperá a que tu mamá se enfríe!!”. Pero como me seguía y dale que dale le dije que ya se la había dado hacía un par de días. Y la guacha no me creyó, se ve, porque habló con el portero para ver si alguien había entrado al departamento después de que la Mema salió gritando, y el gallego bocón me mandó al frente. Y al mes, más o menos, me cae la cana en casa y me llevaron de las pestañas.
Tres años pasé en la cárcel, del 79 al 82. En ese tiempo me salió un tumor y me tuvieron que operar. Y en el ’82 el Juez, un divino – Mercado se llamaba – me absolvió de todo y me largó, podés creer?? Yo estaba feliz, nena, feliz… Encima vino la democracia justo al poco tiempo y empezaron a juzgar a los milicos y yo dije: chau, de mi no se acuerda nadie nunca más…
Las pelucas, no se acuerdan… en el ’85 la Cámara da vuelta la sentencia, me cazaron de los pelos y de vuelta a la cárcel. Perpetua me dieron, los guachos. Creí que no iba a salir más… pero bue, entre que en una apelación posterior me redujeron la pena y que me aplicaron la ley del dos por uno, la cosa es que a los diez años salí.
Cuando salí, les hice una caja de bombones a cada uno de los empleados del Juzgado de Ejecución, que fueron los que calcularon el dos por uno para que saliera. Los guachos no tocaron ni un bombón, te juro… dejame de joder…!!
Y en el ’98 me invitó a almorzar Mirtha Legrand, a la tele. Vos sabés que con todas estas cosas que me pasaron yo quedé medio diabética, así que no puedo comer cosas dulces. Bueno, llega el postre y yo ni lo toqué, y Mirtha me dice “Yiya, no ha tocado el postre… no le gusta?” Y ahí se me prendió la lamparita, te juro, y le largué: “No, señora Mirtha… es que el postre lo traje yo, por eso ni loca lo pruebo…”
Después, se cagaron todos de risa como una hora. Pero en el primer momento… yo les vi las caras, nena. Se les quedó atragantado el pedazo que tenían en la boca. Mirtha casi lo escupe arriba de las rosas rococó…


No me consta que el tema de Natalia Oreiro que se ve en video a la izquierda haya sido dedicado a María de las Mercedes “Yiya” Bolla Aponte de Murano. Pero bien podría…


15 comentarios:

Oscar dijo...

Obviamente, este supuesto relato en primera persona es inventado. Pero los datos fueron bajados de diversas fuentes que se encuentran en Internet, y reflejan bastante fielmente la historia de Yiya Murano, "la envenenadora de Monserrat".

Stella dijo...

Uhhhh, no sabía que Yiya era setenosa!!! Esta mujer quedará en la historia de los tiempos!!!

Y me hubiese encantado ver la cara de Mirta.... ajajajjaaaaaa

Muy bueno, Oscar!!
Besitoo

ADENOZ dijo...

Qué grande, Oscar!!!
Lo leí de un tirón, parecía la Yiya misma propia de ella.
Buenísimo.
Solo una sugerencia:
En lugar de "...cuando vinieron los milicos", quedaría mejor "...cuando las Fuerzas Armadas llegaron para hacerse cargo del caos y así comenzar a ganar la paz"
Un abrazo

Anónimo dijo...

Lástima que se murió, sino le encargaba unas masitas para mi suegra que parece highlander!

Buen recuerdo de los setenta!!
Saludos

Nicolás Lucca dijo...

Grandioso Oscar, realmente genial el relato.

Abrazo!

El rincòn de mi niñez dijo...

Muy buen relato...Atrapante y peligroso.
besos

-.M.- dijo...

Muy divertido. Se lee de un tirón. El almuerzo con Mirtha fue de antología.
Felicitaciones.

Oscar dijo...

Stella, la Yiya es muy actual, pero las masitas las hacía en los setenta...

Adenoz, lo tendré en cuenta para futuras referencias, muy educado lo suyo...

Juan Pablo... no se murió!! No pierdas las esperanzas...!!

Gracias, Bruno, ojalá fuera cierto...!

Rincón... viste? Salió a mi, jeje...

Gracias, María... si, Mirtha tiene esas cosas...

Pancho Ramirez dijo...

oh guapa tu mente esta para pensar en el amor no en politica YO la envidia de todo hombre donde la naturaleza se desplomo en MI y dejo a las mujeres para que me admiren y a mis alumnos en crecer y poder salir del llano...poetas y pensadores me odian se que no es facil sobresalir del comun sin que duela a las demas personas...ya estoy en el horno..por eso al descubrir mi inteligencia facha y estado mental elevado decidi casarme conmigo mismo y dejar a las mujeres pelear por mi divorcio..no es facil escribir mi MODESTIA y HUMILDAD no me lo permiten GUAPAAA

Anónimo dijo...

Después de conocida la historia de Yiya (por aquel entonces), muchos pensaron en utilizar técnicas similares para sacarse de encima a algún "molesto".
Ahora pienso que esta mujer se debe haber ahorrado bastante dinero invitando gente a comer a su casa...¡¡ya que nadie iría!! jajajaja

Su relato, maravilloso, ¡¡señor!!

Saludos!!!

Kiri dijo...

Muy bueno lo de Yiya...y muy bueno el recuerdo de Mirtha. Necesito la receta de las masitas...graciasssssss:-)

Oscar dijo...

Gracias, Monotributo... y andá por la sombra, eh...

Candorosa, no es para tanto, pero es lindo que lo digan. Seguí mintiéndome...

kiri_dido... cuánto hay?

Lirium*Lilia dijo...

Qué buen relato Oscar! Cómo olvidarse de un caso tan resonante en esas épocas... claro que sonadas sonadas, sus amigas no? Abrazo

more dijo...

Juaaaa!!! EXCELENTE!!! Te felicito Oscar. Yo vengo y leo, pero como son post largos ya estoy cansada para comentar, y después me olvido.
Hoy me pongo al dia
;)
Besos de la dimensión conocida.

Oscar dijo...

Gracias, More!! Querés tomar o comer algo...?? ;-)