viernes, 28 de marzo de 2008

Canje al Plan Canje



Algo resuena en el aire.
Bajo un choque anárquico de aceros, el ruido a metales que se agitan tiene cierta composición y armonía.
Son las llaves de un automóvil que golpean entre sí, interpretando su propia Misa de Réquiem. Despiden solemnes a mi antiguo Peugeot 504 — Modelo 82, que literalmente dejó de existir una mañana de Agosto de 1999.
Aquel día, como un cobarde, entregué mi auto a una empresa promovida y auspiciada por el gobierno de turno, haciéndome cómplice de un oscuro negocio denominado “Plan Canje Automotriz”.
Y cuando digo oscuro no hablo de sospechas sino de tristeza.

El objetivo de máxima era ciertamente noble y consistía en eliminar de las calles, y también de nuestra vida, a todos aquellos vehículos que arrastraban el paso de los años con orgullo y el caño de escape con vergüenza.
Los autos designados para adherirse a dicho Plan serían sometidos, mediante máquinas de funcionamiento hidráulico, a fatales aplastamientos, tracciones y un definitivo golpe de gracia completando así el denominado “desguace”, palabra taciturna que implica desbaratar un elemento hasta su completa, repito, "completa" desaparición.
Funcionarios del gobierno premiaron la bajeza de mi traición con un manojito de pesos. Unos pocos billetes que sólo servirían estrictamente para comprar un moderno O KM indudablemente más grande, más potente y más veloz pero vacío de recuerdos.

Ese auto, opaco, ruidoso y herido de muerte por el óxido, terminó su carrera y perdió. Se fueron con él los espíritus juguetones que habitaban por derecho propio ese pequeño espacio, por donde la emoción había pasado dibujando una huella para siempre.
La ceremonia de entrega de aquellos vehículos en la empresa encargada de administrar el negocio fue una exaltación del grotesco, formándose una larguísima cola en donde ya nada importaba. Algunos dueños, carentes de hidalguía, ni siquiera encendían los motores de sus autos en este último viaje sino que simplemente los iban empujando barranca abajo a medida que avanzaba la cola, aprovechando la pendiente del terreno.
Por cada metro recorrido se perdía la dignidad a cántaros.
La desidia provocaba innumerables choques entre carrocerías, donde lo que se rompía no eran las chapas sino el respeto por la historia personal de quienes allí estábamos. Desde aquella fila, se podía observar adelante a 4 ó 5 empleados encargados de la recepción de los autos. Modernos verdugos sin capucha, dueños de un cadalso sin ley ni orden que se subían sin pedir permiso a tu automóvil, y con el lenguaje simbólico de una mueca sobradora te informaban que ya no era tuyo, y que además tampoco era ya un auto sino una masa informe de hierros a retorcer. Finalmente se alejaban, ensuciando con sus manos engrasadas el volante que hasta un rato antes habíamos acariciado.

Muchos dejamos de hablar, y el arrepentimiento por lo que iba a suceder dibujó en nosotros la misma máscara.
Tuve la gran fortuna de no yerme obligado a presenciar la operación ejecutada por aquellas máquinas hidráulicas que, seguramente, fueron construidas con objetivos más nobles. Pero cierro los ojos e imagino, muy a mi pesar, que cada uno de esos ruidos metálicos ha sido un enorme grito de dolor por lo perdido: ahí se desangra el adolescente que fui recordando la pasión furtiva que ernpañó los vidrios en un bosque oscuro; ahora veo a un grupo de jóvenes amigos derrotados, cuyos brazos doloridos han dejado de empujar para siempre ese querido carromato que a veces se apuñaba en terrenos llanos; finalmente escucho el llanto de una novia compinche, que ahora es mi esposa, conocedora privilegiada de aquel secreto lugar bajo el capot, donde había que golpear para que las luces de adelante encendieran.
Este pequeño racimo de aleaciones que me gritan es el trofeo de mi guerra particular contra el desguace que, esta vez, no logró el mandato de una desaparición completa. Es que estas llaves estarán para siempre bajo mi custodia, resguardando una parte de mi memoria personal.

Mi propuesta es volver al año 1999 y canjear al canje. Darle de beber a ese maldito un poco de su propio aceite de ricino. Maltratarlo. Ignorarlo. Empujarlo.
Desguazarlo, como mínimo, en 723 partes y permitir que el viento se las lleve de la mano a la rastra.
Propongo un trueque celestial que, a modo de conjuro, invalide un plan diabólico pergeñado por el mismísimo Satanás con miras a despojar al mundo de su propia identidad.
Porque tengan ustedes la certeza de que vendrán otros planes, disfrazados de modernidad, a sacamos lo que queda.

Se llevaron ya nuestros juguetes simples y queridos, aquellos que casi no tenían cables, Nuestras fotos Kodak de revelado color en tamaño 10 x 15. Nos quitaron de la boca el espantoso, pero ahora entrañable, sabor del borde engomado de los sobres tipo carta. Sin permiso me privaron del humo denso del espiral Fuji que era mi único vicio y todavía lo extraño, aunque me cortara un número infinito de veces con esa latita estilo Samurai que oficiaba de soporte y se colocaba en un platito. Quiero de vuelta las llaves de mi casa con esos dientes grandes y filosos que rompían la ropa pero defendían con fiereza mi hogar, en lugar de los escuálidos pocitos maricones de las llaves de hoy, computadas y cobardes.
De ahora en más y hasta que el Big Bang vuelva a explotar, pero esta vez de verdad, es nuestra obligación preparamos para defender lo poco que queda en pie: quiero acariciar toda mi vida la blanquísima lana de mi perro; no quiero sexo cibernético ni un chip en mi lengua que provoque el sabor de las naranjas; quiero jugar con mi hijo, tocándonos y sin cables que nos unan.
Tengo en mi casa una filmadora Cannon Súper 8 antigua, de esas que grababan películas en una especie de casette. Películas que se debían revelar en un negocio de fotografía y se almacenaban luego en el típico rollo de cinta. Recuerdo con cariño la ceremonia ritual que debía celebrarse para ver una de esas películas: desplegar la pantalla portátil o bien descolgar los cuadros de una pared blanca en el Iiving; armar un pesado proyector y combinar sabiamente carretes vacíos y llenos. Parar, cada tanto, para que se enfríe el aparato.
Toda esa maquinaria perteneció a una persona muy querida por mi que falleció hace 16 años.
Ricardo no llegó a conocer los modernísimos formatos de video DVD, MPG y DIVX, pero sus mejores momentos están guardados en el alma de las viejas cintas.
De aquella filmadora, ya no existen repuestos ni insumos y ahora es inservible.
Este escrito es una reivindicación a todas aquellas cosas que se han apropiado del polvo, del óxido y de la humedad, para formar con esos elementos naturales una identidad propia.
En el Universo sólo existe UN juego de llaves de automóvil, abarrotadas en un llavero de cuero húmedo y manchado en uno de sus bordes.
Cualquiera de esas llaves abre una puerta con mi nombre que me conduce de regreso a un pasado amigable, cada vez que el peso de un dolor se sube a horcajadas de mi cuerpo y de mi sombra dejándome así, inmóvil y con el gesto desolado de quien, sin sentido, espera algo que nunca llegará.


Inédito, para los "setentosos": Alberto Víctor Vincenti (2006)

* * * * * * *
Cuando leí por primera vez este texto me emocionó y despertó toda mi nostalgia. Por eso hoy quiero compartirlo con todos los "setentosos", espero que lo disfruten tanto como yo.
Y si quieren contar, sería bueno saber qué cosas añoran de esa época o qué sienten frente a este escrito.
Gracias, "Albert", sos un tipazo... Lirium

28 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Ohhh!! el paso del tiempo cuántas cosas se lleva de nuestro lado, pero como también las mantiene latentes en nuestra memoriaaaa!!!!

Hermoso texto.

Saludos bien grandotes y ienitos de candor nostalgioso...

Lirium*Lilia dijo...

Ay, CANDOROSA,qué apurada, mujer! Me ha pescado justo cuando corregía detalles.
Por suerte y en todos los sentidos nuestra memoria conserva tantas cosas, no? y le peleamos al tiempo para disfrutarlas.
Gracias, en nombre de Albert.
Por suerte usté conserva su candor. Besos "sepiosos"

Anónimo dijo...

relindo el cuento y lleno de nostalgia, aun uso con agrado el espiral para los mosquitos que abundan por aqui. te felicito ALBERTO cariños Alicia

Ivy a Gogo! dijo...

Lirium!
Que bonito!
Me hiciste poner nostálgica che! :P
Cuántas cosas que ya no disfrutamos y que nos hicieron tan felices....
El espiral...., me encantaba ese olorcito en las noches de verano....
Revelar las fotos!! Qué emoción dejar el rollo y después ir a buscarlas y no nos importaban que salieran como salieran, que photoshop ni ocho cuartos!!!
Los autos! Pedazos de máquinas tan particulares que a mí me gustaban esos ruidos de hierros y caños de escapes abiertos! :)
Ufff..., tantas cosas!!!
Por ahí pienso que si lo meditamos bien, algunos tiempos pasados, fueron mejores....
En fin!
Me encantó el post y gracias por compartir lo que escribió Alberto!
Besotes a Gogó!!

hugo dijo...

me acuerdo de lirium del cuidado que había que poner con el espíral para que no se rompiera cuando debíamos separarlos antes de encenderlos. creo que era un truco de fuyi y/o caracol para vender más, porque siempre alguno se rompía!!!

en cuanto al yeyo 504, que llegó al país en 1969, si mal mo recuerdo, era el auto banana por excelencia, más incluso que el torino.

en cuanto al revelado de fotos: no lo añoro para nada. me parece fantástico la era digital actual, con su posibilidad de ver inmediatamente lo que fotografiamos y eliminar lo que no salio bien o no no nos gustó.

como verá, un poco prosaico lo mío...

Stella dijo...

Alberto, gracias por dejarnos soñar!
Escribiste un texto hermoso, lleno de nostalgia, y se nota que fue dictado por tu corazón!
Un placer leerlo!!!

Delirium, buenisima la propuesta! Y con las fotos quedó redondito!! :)

Yo no se bien si añoro cosas del paado, o si solo las recuerdo con cariño.
Me gustan las pastillas Vape, me gustan las camaras digitales y el mail. Pero estas cosas que nombra el relato tienen como el saborcito de lo artesanal. Y están plagadas de recuerdos, algunos felices y otros tristes, pero que forman parte de nuestra historia.
Y me hace feliz recordarlo!!

Graciass
Besitooss

Lirium*Lilia dijo...

Gracias ALICIA!, en nombre de Alberto. Y es verdad que el espiral aún se utliza. Besos

Hola IVY A GO-GO! Yo también sentí mucha nostalgia cuando lo leí. Y sí, si uno se pone a recordar, hay cosas que tenían su gustito, no? Esperar las fotos, el cuidado al sacarlas, cuidar el rollo porque el revelado nunca fue económico, esperar cómo habían salido, la ceremonia de abrir el sobre, o el quedarse sin rollo en lo mejor, hasta se recuerda las fotos que uno no pudo sacar, no?
Y los autos igual, cuántas malas palabras cuando no funcionaban y dando vuelta una tuerquita ya estaba.
Sus besotes a Gogó serán dados a Abert, gracias en su nombre y Besos

HUGO: es verdad, siempre alguno se rompía y llegado el momento, cuando los mosquitos "nos comían nos ingeniábamos para usarlo, aún roto no?
Yo de "fierros" nada, pero sí que era un auto fiel digamos, y espacioso.
Mmm, y bueno, uno es una mezclita, no? Tenía su atractivo, pero para una ansiosa como yo que siempre quiso captar todo es verdad que con las digitales hacemos "magia", pero nos perdemos las risas y broncas por "cortar" la cabeza de alguien, jajá. Un abrazo

STELLITA! Gracias en nombre de Albert, yo sólo pegoteé algunas "figus" para ilustrar, sobre todo por si pasa algún jovencito, no?
Claro, justamente lo atractivo es lo artesanal. Cuántas veces después de pasar la lengua por el sobre engomado lo reforzábamos con plasticola porque era importante su contenido,o esperábamos días y días cartas que a veces ni aparecían porque el correo las perdía, te acordás? Sí, siempre es lindo recordar, nos trae a la mente cositas compartidas con otros. Ojo, tampoco nos vamos a quedar en el pasado, pero.. Besos

Lirium*Lilia dijo...

ACLARACIÓN: Debo confesar que Albert no sabía que iba a publicar esto, así que cuando lea los comentarios se alegrará y mucho de todo lo que ha despertado. Su esposa, mi prima-amiga (una de mis "orejas de oro") se lo hizo leer apenas lo publiqué y se emocionó, asi que imaginen cuando lea los comments.

La condesa sangrienta dijo...

La nostalgia es un vestido que no me calza bien pero el texto es un excelente recorrido por tantas cosas que había olvidado.
Felicitaciones y conserve su llave!

Anónimo dijo...

Excelente tu idea de compartir este texto, De Lirium! Mis respetos y admiración para Alberto Vincenti, su generosidad y sensibilidad!

Estoy con Vos, sólo un "tipazo" puede escribir de esta manera!

Besos para ambos!

Georgie dijo...

Gracias, de Lirium, por hacernos conocer el texto. Y a Alberto, por darnos un ejemplo hermoso de fidelidad e identidad.
Un abrazo a ambos!

Lirium*Lilia dijo...

Hola CONDESA! Qué alegría encontrarla por aquí! Gracias por sus palabras en nombre de Albert, su mirada siempre es apreciada. Y sí, seguramente conservará "su llave". Un beso enorme.

SUSANA, hola! Gracias y seguramemte Albert se sentirá muy bien con tus apreciaciones, son bien recibidas de alguien que escribe como vos. Besos.

Hola GEORGIE! Gracias por tus palabras, y es verdad, uno es fiel a sus cosas, y estos recuerdos son una manera de mantener la identidad que a veces nos quieren contaminar, no?. Como dije, Al es un tipazo y valorará tus palabras. Un abrazo!

Ju@nita*** dijo...

Uyyy el espiral, en este momento me parece estar sintiendo el olor, y me remonta a la casa de mi niñez, que lindo!!! Felicitalo y dale las gracia por estos recuerdo tan lindos!!!
Besos

Nicolás Lucca dijo...

Stella me adelantó el texto y se lo recontra agradezco. Es sencillamente hermoso.

Yo que ni viví la época, me considero de aquellos nostálgicos que añoran tiempos hasta a veces no vividos.

Lirium, gracias por traernos terrible texto.

Besos!

Anónimo dijo...

con toda mi nostalgia, tengo también mi punto antinostalgia: yo sí quiero ordenador, sí quiero blog, sí quiero presente, sí quiero leerte

y sí, sí quiero

amor,

pero ese a ser posible en persona, mejor

beso

santi

Lirium*Lilia dijo...

Es verdad JU@NITA, a mí también el espiral me trae recuerdos de niña, del cuidado para que no lo tocara, y ese olor particular. Grcias, seguramente Al se alegrará de haber despertado tan lindos recuerdos. Beso

Hola BRUNI! Mmm... así que Stellita anduvo "pirateando"? jajá! Gracias por tus palabras, como siempre son muy valoradas. Y sí, eres un joven nostalgioso, aún de lo no vivido, quizás por ese espíritu investigativo, sobre todo en lo musical... Un abrazo

Y sí, es verdad, AMOR, yo particularmente quisiera que se pudieran conservar muchas cosas, pero obviamente que disfruto los adelantos actuales. Pero bueno, quedan los recuerdos y esos no son desechables, sino imborrables. Un abrazo

©Claudia Isabel dijo...

Un relato maravilloso que nos lleva a reflexionar sobre algunas cosas...como nos enamoramos de los objetos, tanto como de las personas, verdad?
Entrañable!!!
Me acordé del chevy de un vecino con grandes dados colgando del espejo, y también de los viejos colectivos llenos de juguetitos setentosos...Un abrazo a todos!

capitanfla dijo...

Bueno, a mí me pasó con una coupé Torino blanca, motor de cuatro bancadas, que la levantabas a 100 y te daba terror la sensación del bólido desplazándose, no como los autos de ahora, que vas a 100 y te aburrís.

Lirium*Lilia dijo...

Hola CLAUDIA ISABEL! Qué bueno que a una poeta y escritora de cuentos le haya gustado el relato y despertado recuerdos. Y sí, uno se enamora de los objetos y difícil desprenderse de ellos no? En mi caso los autos todos tuvieron su nombre jajá!. Ess verdad, cuántos "chirimbolos" se colgaban de los espejitos! Yo creo que en esa época los autos tenían cierta identidad no?. Albert se va a alegrar al ver estos comments. Abrazo, amiga!

CAPIANFLA: Es cierto, antes levantabas a 100 y sentías que ibas a llegar a la luna, y ahora como si nada. Qué sensaciones fuertes cuando acelerabas, no? Abrazo.

Nadie dijo...

Brindo por el Fiat 600 celeste: nuestro primer auto familiar. Mis padres vivían de sueldos de docente y empleado de comercio. Les costó un huevo juntar la guita para comprarlo. Cuando vimos aparecer a mi viejo en la coupé italiana (como le decía mi madre en joda) fue una alegría enorme. Con los años, la economía mejoró, y mejoraron los autos. Pero ninguno nos volvió a emocionar como el fitito celeste.

Anónimo dijo...

Canal Volver, martes 22 horas: temporada completa de Rolando Rivas taxista, a partir del 1º de abril todos ahi!!!

Anónimo dijo...

nostalgico post, me gustó...ahora que me encuentro más abajo aca a topogigio me acuerdo de mi niñez y con este post me recuerdo a las cámaras polaroid de foto instantanea, siempre quise tener una pero estaba muy chiquita...besos

Lirium*Lilia dijo...

Hola NADIE!!! Qué lindo que el relato de Albert te haya despertado ese recuerdo!. Es verdad, uno no se olvida de ese primer auto... reconozcamos que somos unos nostalgiosos!! Besos

MAS VIEJA QUE... los setentosos lo tendremos en cuenta. Gracias

Qué lindos recuerdos MAROJUNO! Sí, parecían mágicas esas cámaras... tener la foto en el momento!
Un beso enorme

El rincòn de mi niñez dijo...

Que lindo Post.
que lindo texto para guardarlo en el recuerdo por siempre.... Mientras lo leía el olorcito al espiral.... ¡¡No sabes como me gusta!! millones de veces lo quice prender en casa ,pero me sacan zumbando jajajaajaj mi vida es retro retro, todo lo viejo/antiguo para mí ,es lo mejor.besos

Estrella dijo...

¡Me había salteado este post! Hay tanto para leer, además de trabajo, la casa, los hijos y bla bla bla.
Ya se lo estoy mandando a una amiga que es especialista en rescatar cosas del pasado.
Felicitiaciones, delirium!

Lirium*Lilia dijo...

Hola EL RINCON DE MI NIÑEZ! Me alegro por su autor... eso sí, no se cómo le va a caer que te guste lo veiejo o antiguo, jajá! Un beso.

ESTRELLA: Es sí, a todos nos pasa lo mismo, no podemos leer todo lo que quisiéramos. Pasaré tus felicitaciones a Albert, el autor... Besos

opqo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
opqo dijo...

Don Albert:
Lo mejor que he leído en un sutil y amenazante poder de amortiguadores.

¡Un saludo y un aplauso para usted!!