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¡Hoy se cumplen 30 años de la famosa Disco Demolition!
El diario Crítica Digital publicó un artículo muy interesante, en donde cuenta lo sucedido en la ciudad de Chicago, cuando el locutor Steve Dahl convocó desde su radio a quemar todos los LP de música disco.
Les copio una parte del mismo, una breve reseña y luego el suceso en cuestión.
Así como para los argentinos, 1978 será por siempre el año del Mundial de Fútbol, la cultura global de aquel tiempo parecía estar unificada por dos palabras: disco music. Eran los años de oro de las discotecas, la hoy icónica bola de espejos y John Travolta encarnando a Tony Manero en Fiebre del sábado por la noche, la película que hizo que el género explotara en todo el globo como una pandemia. La banda de sonido del film, que además era doble, vendió 30 millones de unidades (hoy ya supera los 40 millones), constituyéndose así en el álbum más vendido de todos los tiempos, hasta que Michael Jackson rompiera su marca con Thriller.
No sin resignación, las compañías discográficas, las productoras de Hollywood y las agencias de publicidad dieron su brazo a torcer y se subieron al tren imparable de la música que transformaba en oro todo lo que tocaba. Los Bee Gees, otrora campeones de la canción con melodía azucarada, se convirtieron en una usina de ritmo y resucitaron una carrera que se venía a pique. Los Rolling Stones conquistaron un nuevo número uno con “I Miss You”, un tema disco, hazaña que repetirían Rod Stewart con “Da Ya Think I’m Sexy?” y Kiss con “I Was Made for Loving You”, todo en la misma temporada, 1978.
Así, las cartas parecían echadas y al año siguiente se confirmó y acentuó el dominio casi exclusivo de la música disco, con radios de rock que cerraban y de pronto renacían con nuevo nombre e ímpetu de discoteca. Además, florecían en todas las ciudades los “roller bars”, boliches para niños con patines y ganas de imitar a los grandes, pero en un ámbito sin alcohol. Parecía no haber lugar para ninguna otra cosa que no fuera disco music... hasta que llegó un loco con una bomba.
El loco se llama Steve Dahl, y en 1979 se había quedado sin trabajo en WDAI, una emisora de Chicago que se cambió al formato disco. Fue contratado por una radio rival y desde allí planeó un contraataque que comenzó con un simple en el que satirizaba a Rod Stewart: “Da Ya Think I’m Disco?”. La buena recepción del tema le mostró que había un fuerte sentimiento antidisco en una parte de la población y decidió explotarlo, literalmente. Convenció a la emisora de hacer una promoción por la cual todo aquel que concurriera al partido entre los Detroit Tigers y los Chicago White Sox, el martes 12 de julio de 1979, podría entrar por sólo 98 centavos (la radio transmitía por el 97.9), siempre y cuando viniera con un álbum de música disco que se destruiría en una ceremonia durante el entretiempo. La idea recibió el nombre de Disco Demolition Night.
Steve Dahl consideraba que si lograban atraer a cinco mil personas, la promoción habría sido un éxito. Pero concurrieron 75 mil espectadores con un disco bajo el brazo, listo para ser ofrecido en sacrificio. Dahl, vestido de soldado, recibió una ovación de la multitud cuando apareció en el campo de juego, adornado con enormes banderas que repetían un eslogan único: Disco sucks (“La disco apesta”).
Todos los ejemplares habían sido apilados en un enorme container y Dahl procedió a dinamitarlo. La explosión se quedó un poco corta (ni siquiera la mitad de los discos fue destruida), entonces los concurrentes al evento decidieron colaborar invadiendo la cancha para destrozar las placas con sus manos o con lo que tuvieran a su alcance. Miles de personas fuera de control desbordaron a un tímido cordón de seguridad y le prendieron fuego no solo a los discos, sino también al campo de juego.
Cuando llegó la policía y comenzó la cacería de los enardecidos antidisco, los espectadores de la segunda bandeja, que no podían acceder al campo, atacaron arrojando sus álbumes a las fuerzas de seguridad como se tratase de un frisbee. Toda la cancha quedó cubierta con vinilos destrozados y el referí dijo que no se podía seguir jugando en esas condiciones por lo que el partido quedó suspendido.
La noticia tuvo una difusión internacional, y sus efectos fueron demoledores para la música disco, ya que la campaña hizo que mucha otra gente se manifestara harta de ella. Era evidente que el estilo había superado la barra de la saturación y que el cansancio se había extendido por todos lados. Las radios que habían cambiado a una programación disco alcanzaron las primeras posiciones de audiencia, pero cayeron estrepitosamente en menos de seis meses. Las 100 mil discotecas que se calcula que hubo en el mayor auge de la era disco, comenzaron a cerrar por falta de clientes, hasta que quedó una cantidad razonable en pie: menos del 10 por ciento.
Hoy, Steve Dahl continúa trabajando en radios de Chicago y goza de gran reputación en el terreno de los talk shows. En su sitio de internet no faltan los videos, fotos y audios originales de su gran acto de 1979, recordando ahora los treinta años transcurridos desde aquella noche en la que demolió la música disco.
Como en cualquier buen thriller, el monstruo no fue destruido del todo y se refugió bajo tierra para mutar y resurgir varios años más tarde, en la mismísima Chicago, bajo el nombre de acid house. Pero esa es otra historia, porque nada se pierde: todo se transforma.
Fuente: Crítica Digital y The Steve Dahl Show
¡Hoy se cumplen 30 años de la famosa Disco Demolition!
El diario Crítica Digital publicó un artículo muy interesante, en donde cuenta lo sucedido en la ciudad de Chicago, cuando el locutor Steve Dahl convocó desde su radio a quemar todos los LP de música disco.
Les copio una parte del mismo, una breve reseña y luego el suceso en cuestión.
Así como para los argentinos, 1978 será por siempre el año del Mundial de Fútbol, la cultura global de aquel tiempo parecía estar unificada por dos palabras: disco music. Eran los años de oro de las discotecas, la hoy icónica bola de espejos y John Travolta encarnando a Tony Manero en Fiebre del sábado por la noche, la película que hizo que el género explotara en todo el globo como una pandemia. La banda de sonido del film, que además era doble, vendió 30 millones de unidades (hoy ya supera los 40 millones), constituyéndose así en el álbum más vendido de todos los tiempos, hasta que Michael Jackson rompiera su marca con Thriller.
No sin resignación, las compañías discográficas, las productoras de Hollywood y las agencias de publicidad dieron su brazo a torcer y se subieron al tren imparable de la música que transformaba en oro todo lo que tocaba. Los Bee Gees, otrora campeones de la canción con melodía azucarada, se convirtieron en una usina de ritmo y resucitaron una carrera que se venía a pique. Los Rolling Stones conquistaron un nuevo número uno con “I Miss You”, un tema disco, hazaña que repetirían Rod Stewart con “Da Ya Think I’m Sexy?” y Kiss con “I Was Made for Loving You”, todo en la misma temporada, 1978.
Así, las cartas parecían echadas y al año siguiente se confirmó y acentuó el dominio casi exclusivo de la música disco, con radios de rock que cerraban y de pronto renacían con nuevo nombre e ímpetu de discoteca. Además, florecían en todas las ciudades los “roller bars”, boliches para niños con patines y ganas de imitar a los grandes, pero en un ámbito sin alcohol. Parecía no haber lugar para ninguna otra cosa que no fuera disco music... hasta que llegó un loco con una bomba.
El loco se llama Steve Dahl, y en 1979 se había quedado sin trabajo en WDAI, una emisora de Chicago que se cambió al formato disco. Fue contratado por una radio rival y desde allí planeó un contraataque que comenzó con un simple en el que satirizaba a Rod Stewart: “Da Ya Think I’m Disco?”. La buena recepción del tema le mostró que había un fuerte sentimiento antidisco en una parte de la población y decidió explotarlo, literalmente. Convenció a la emisora de hacer una promoción por la cual todo aquel que concurriera al partido entre los Detroit Tigers y los Chicago White Sox, el martes 12 de julio de 1979, podría entrar por sólo 98 centavos (la radio transmitía por el 97.9), siempre y cuando viniera con un álbum de música disco que se destruiría en una ceremonia durante el entretiempo. La idea recibió el nombre de Disco Demolition Night.
Steve Dahl consideraba que si lograban atraer a cinco mil personas, la promoción habría sido un éxito. Pero concurrieron 75 mil espectadores con un disco bajo el brazo, listo para ser ofrecido en sacrificio. Dahl, vestido de soldado, recibió una ovación de la multitud cuando apareció en el campo de juego, adornado con enormes banderas que repetían un eslogan único: Disco sucks (“La disco apesta”).
Todos los ejemplares habían sido apilados en un enorme container y Dahl procedió a dinamitarlo. La explosión se quedó un poco corta (ni siquiera la mitad de los discos fue destruida), entonces los concurrentes al evento decidieron colaborar invadiendo la cancha para destrozar las placas con sus manos o con lo que tuvieran a su alcance. Miles de personas fuera de control desbordaron a un tímido cordón de seguridad y le prendieron fuego no solo a los discos, sino también al campo de juego.
Cuando llegó la policía y comenzó la cacería de los enardecidos antidisco, los espectadores de la segunda bandeja, que no podían acceder al campo, atacaron arrojando sus álbumes a las fuerzas de seguridad como se tratase de un frisbee. Toda la cancha quedó cubierta con vinilos destrozados y el referí dijo que no se podía seguir jugando en esas condiciones por lo que el partido quedó suspendido.
La noticia tuvo una difusión internacional, y sus efectos fueron demoledores para la música disco, ya que la campaña hizo que mucha otra gente se manifestara harta de ella. Era evidente que el estilo había superado la barra de la saturación y que el cansancio se había extendido por todos lados. Las radios que habían cambiado a una programación disco alcanzaron las primeras posiciones de audiencia, pero cayeron estrepitosamente en menos de seis meses. Las 100 mil discotecas que se calcula que hubo en el mayor auge de la era disco, comenzaron a cerrar por falta de clientes, hasta que quedó una cantidad razonable en pie: menos del 10 por ciento.
Hoy, Steve Dahl continúa trabajando en radios de Chicago y goza de gran reputación en el terreno de los talk shows. En su sitio de internet no faltan los videos, fotos y audios originales de su gran acto de 1979, recordando ahora los treinta años transcurridos desde aquella noche en la que demolió la música disco.
Como en cualquier buen thriller, el monstruo no fue destruido del todo y se refugió bajo tierra para mutar y resurgir varios años más tarde, en la mismísima Chicago, bajo el nombre de acid house. Pero esa es otra historia, porque nada se pierde: todo se transforma.
Fuente: Crítica Digital y The Steve Dahl Show
7 comentarios:
excelente post "historico" , desconocia ese hecho, pero en esa epoca detestaba la musica disco , hoy pasado el tiempo , algunas cosas me gustan , rescato muchos temas. sera porque la creatividad esta en un nivel musical tan bajo que hasta lo que me saturaba ayer hoy me gusta
salu2 y a boggie man
No tenía tan presente este acontecimiento... algo había oído, pero interesante eh!!... como para ponerle un límite a la cuestión de la música disco!!!
Abrazazos y candores!!
Hola Ganesha!
Yo tampoco conocía esto que pasó en el 79, o no lo recordaba, no se. Me enteré por el diario, y pensé que no podía faltar del blog!
A mi me pasa con canciones que antes no me gustaban y ahora si, o al reves, antes me gustaban, y ya no!
Quizas forme parte de la memoria selectiva, y nos hagan añorar tiempos que ya pasaron!!
Besoos
Cando, me pareció re loco el tipo! ¿Cómo va salir a quemar discos? Tamos todos looooooocos!
ajajaja
Besooos
Hay que reconocer que en su momento hubo mucha gente que se hartó de que el Disco suene en todos lados.
Si vieran lo que es hoy la música de boliche, se matan. Al menos en ese entonces eran músicos de alta calidad.
DISCO SUKS
Gente, ya está arrancando un espacio que también pueden hacerlo suyo.
http://trulala.creatuforo.com/index.php
Nos veeemos!
Qué linda nota!!!!!!! Felicito a su autor!!!
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